sábado, 3 de enero de 2015

Los zampones y las embajadas (III)



Publicado en el diario LA RAZÓN, de Lima-Perú, el 3 de enero de 2015


http://larazon.pe/opinion/7072-los-zampones-y-las-embajadas-iii.html/


Los zampones y las embajadas (III)




Ricardo Sánchez Serra


No pensé que un tema tan trivial como el de los zampones tenga tanto interés, pero es una realidad, un dolor de cabeza para los funcionarios de embajadas, así como para conocer las “habilidades” de ciertas personas para tratar de ingresar, sin invitación, a las recepciones diplomáticas, burlando a la seguridad y aprovechando –en algunos casos- la benevolencia de los jefes de misión. Algunos lo consideran divertidos que hacen lo imposible para zamparse y son “refinados”, pero hay otros sinvergüenzas que acuden malolientes, se meten la comida en el bolsillo o la envuelven en servilletas y así pasean orondos.



Los dos artículos anteriores (ver http://rsanchezserra.blogspot.com/search?q=zampones y http://rsanchezserra.blogspot.com/2014/11/las-embajadas-y-los-zampones-ii.html ) publicados en LA RAZÓN, motivaron  que varias personas me llamen o escriban para contar sus anécdotas.


Recuerdo que en la recepción de una embajada un periodista zampón se emborrachó, agarró una pierna de pavo, la puso dentro de un periódico y con la otra mano se llevaba una botella de vino. El embajador me solicitó que discretamente lo vaya acompañando hacia la puerta y evite el escándalo.


A fines de los ´70, un joven se hizo pasar como hijo del entonces Jefe de Estado, Francisco Morales Bermúdez. Era osado. Llamaba a la residencia diciendo ser el edecán de la Presidencia avisando “que su hijo representaría al mandatario en la recepción”. El propio embajador acudía a la puerta a recibirlo y el muchacho era objeto de toda clase de atenciones. Rememoro haberlo visto en las embajadas soviética, polaca y alemana oriental. Al final, se sentía “angustiado” porque no “llegaba su chofer”, entonces el embajador le ofrecía su vehículo y pedía que lo dejen a una cuadra de la calle Marconi, por donde vivía el presidente.


Había también un individuo que pretendía ingresar a una delegación diplomática diciendo que tenía que “salvar a la princesa, que era retenida por el servicio secreto del primer ministro y que el rey le había pedido que la rescate”.


¿Ya ven? De todo hay en la viña del Señor.

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