lunes, 30 de mayo de 2016

Sodalicio: víctima, reconciliación y reparación




Sodalicio: víctima, reconciliación y reparación


Ricardo Sánchez Serra

Es evidente que hay personas que han sufrido de muchas maneras en el Sodalicio, no sabemos cuántas son, tampoco es de conocimiento público la seriedad de dicho sufrimiento, pero de que hubo víctimas las hubo y el Sodalicio lo reconoce.

La justicia exige una reparación, y la caridad cristiana también, pero reducir el tema de las víctimas a una reparación económica, es no comprender absolutamente nada la experiencia de una víctima.

Es evidente que en algunos casos habrá que reparar económicamente a las víctimas, el mismo superior general Alessandro Moroni lo ha mencionado en sus últimas entrevistas, el Sodalicio no cierra esa posibilidad. Pero querer resolver el tema simplemente con el dinero es lo peor que se podría hacer. Ya ocurrió alguna experiencia internacional en la que solo se repartió dinero y esta iniciativa fracasó.

Existen casos lamentables donde se paga a las víctimas para mantener su silencio, este no ha sido el caso. Más bien se ha dado una apertura a que todas las personas afectadas hablen, y por ello se creó una comisión independiente, y luego se contrató expertos internacionales, este primer paso de apertura es innegable. El Sodalicio quiere escuchar a las víctimas. No se ha dado dinero a las víctimas para que no vayan a la comisión o no hablen con los expertos. Y según el informe son varios los que han podido hablar con dichos expertos.

Una adecuada reparación pasa en primer lugar por una buena comprensión del problema causado, de profesionales (psicólogos o psiquiatras) que puedan evaluarlo, de un tiempo prudente para entenderlo, además de una objetiva investigación a las personas involucradas y un análisis de la realidad cultural en la que se cometió el abuso. Es evidente que todo esto no se logra en algunos días, o con un par de entrevistas.



Una visión cristiana de atención a las víctimas pasa, además, por reparar en primer lugar el vínculo espiritual que se haya podido haber quebrado. E igualmente de un adecuado discernimiento si el dinero realmente puede ayudar a la víctima o podría ocasionarle algún daño mayor.

Comentarios como este: “Aún después de reparar el daño causado, quien seguirá siendo millonario es el Sodalicio, no yo.” (Martin Sheuch, una víctima de maltrato físico) solo desfiguran y reducen al mínimo la comprensión de este problema. Aportemos, no destruyamos.



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